
Tranquilamente me encontraba yo, comprando como cada Sábado, en el Centro Comercial que hay junto a casa. Llevaba el carro lleno, como corresponde al hacer la compra a final de mes.
Fué entonces, entre el expositor de quesos y el de yogures, cuando lo ví. Me miraba fijamente.
Me dió miedo. Era negro, zahino, cuernos asticinos y unos 500 kilos de peso. Ante la duda, me puse a correr. Pero entonces me di cuenta. Solo me perseguia a mí. El resto de la gente seguía haciendo su compra, como si no pasara nada. Sin soltar el carro, me dirigí a el expositor de bolígrafos. Desempaqueté uno y con todas mis fuerzas, se lo clavé.
Fué entonces, cuando de rodillas, se echó a llorar y me preguntó:
- ¿Es verdad lo que dicen de tí y de mí?
-Sí, - le dije- voy a tener un hijo tuyo.